- Microcirculación
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La microcirculación es esencial para la salud del cuerpo humano, ya que asegura que los tejidos reciban los nutrientes y el oxígeno que necesitan para funcionar correctamente, y que los productos de desecho sean eliminados de manera eficiente. Además, la microcirculación también es importante para el sistema inmunológico, ya que los glóbulos blancos y los anticuerpos se transportan a través de esta red de vasos para combatir infecciones y enfermedades.
Los trastornos de la microcirculación pueden tener graves consecuencias para la salud, como el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, entre otras. Por esta razón, es importante mantener la microcirculación en buen estado a través de una dieta saludable, ejercicio regular y controlar los factores de riesgo como el tabaquismo y el sedentarismo. La terapia físico-vascular es una herramienta que puede ayudar a mejorar la microcirculación en ciertas condiciones médicas.
La microcirculación es un concepto que se desarrolló a lo largo de la historia de la medicina y la anatomía. Aunque la idea de la circulación sanguínea se remonta a la antigua Grecia, fue el médico británico William Harvey quien en el siglo XVII realizó estudios más detallados sobre el sistema circulatorio. Sin embargo, la microcirculación como tal no se identificó hasta el siglo XIX.
El médico francés Jean Léonard Marie Poiseuille, que era experto en el estudio de la circulación sanguínea, fue uno de los primeros en describir el sistema microvascular. En 1828, Poiseuille demostró que la velocidad del flujo sanguíneo a través de un tubo era proporcional al radio a la cuarta potencia del tubo y al gradiente de presión.
El investigador alemán Paul Ehrlich también hizo importantes contribuciones al estudio de la microcirculación. En la década de 1880, Ehrlich desarrolló una técnica de tinción que permitió visualizar las células del sistema circulatorio, incluidas las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos. Esta técnica fue un gran avance para el estudio de la microcirculación y la histología en general.
A principios del siglo XX, el fisiólogo británico August Krogh realizó investigaciones sobre la microcirculación en los capilares sanguíneos. Krogh propuso la hipótesis de que los capilares eran el principal sitio de intercambio de nutrientes y gases entre la sangre y los tejidos del cuerpo. Esta hipótesis se demostró posteriormente mediante experimentos y hoy en día se considera un hecho bien establecido.
En los últimos 30 años, se han producido importantes avances en la comprensión y el tratamiento de la microcirculación. Uno de los descubrimientos más destacados fue el trabajo del médico y científico italiano Vittorio P. Inciardi, más conocido como Vittorio Ingarro.
En la década de 1970, Ingarro comenzó a investigar la microcirculación y descubrió que los vasos sanguíneos más pequeños, que anteriormente se creían pasivos, eran en realidad extremadamente activos y responsables de la regulación del flujo sanguíneo en los tejidos.
Ingarro también descubrió que los trastornos en la microcirculación pueden tener graves consecuencias para la salud, como la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes y otros trastornos. A partir de estos hallazgos, Ingarro desarrolló una terapia de microcirculación, que se conoce como BEMER (Bio-Electro-Magnetic-Energy-Regulation).
Por sus descubrimientos y su trabajo pionero en la terapia de microcirculación, Vittorio Ingarro recibió el Premio Nobel de Medicina en 1998, junto con otros dos científicos.
Desde entonces, se han realizado numerosos estudios clínicos sobre la terapia BEMER, que han demostrado sus beneficios en la mejora de la microcirculación y la prevención de enfermedades asociadas a la circulación sanguínea deficiente. Además, la tecnología BEMER se ha utilizado en la medicina deportiva y la rehabilitación para acelerar la curación y mejorar el rendimiento físico.
Vittorio Ingarro es un destacado científico italiano, nacido en Nápoles en 1936, que ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de la microcirculación. En 1998, recibió el Premio Nobel de Medicina, junto a Ferid Murad y Robert F. Furchgott, por su descubrimiento del papel del óxido nítrico (NO) como molécula señalizadora en el sistema cardiovascular.
Ingarro se graduó en Medicina y Cirugía en la Universidad de Nápoles Federico II en 1960 y comenzó su carrera investigando la función renal. Posteriormente, se interesó en el sistema cardiovascular y la microcirculación, enfocándose en el papel del NO como molécula reguladora del tono vascular.
Junto a su equipo de investigación, Ingarro realizó una serie de estudios que demostraron que el NO es producido por células endoteliales de los vasos sanguíneos, y que su liberación actúa como señalizadora para la relajación de los músculos lisos que recubren los vasos, aumentando así el flujo sanguíneo y regulando la presión arterial.
Este descubrimiento tuvo importantes implicaciones en el campo de la medicina, permitiendo el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, la angina de pecho y la insuficiencia cardíaca.
Recibió numerosos premios y distinciones a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Lasker-DeBakey en Medicina Clínica en 1996 y el Premio Nobel de Medicina en 1998.
Piel saludable:
Buena circulación sanguínea:
Energía y resistencia:
Buena digestión:
Mejora del sistema inmunológico:
terapiafisicovascular.es no proporciona consejos ni servicios médicos. BEMER no está diseñado para diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad. No debe usarse para ningún propósito que no esté descrito en el manual del usuario. Por favor, consulte a su propio proveedor de atención médica si tiene algún problema médico.